lunes, 14 de febrero de 2011

"También la lluvia" y los principios de la colonización americana

La encrucijada en la que se encuentra el cine español no es ajena a la necesidad de talento para ganar adeptos. Aquí tenemos el que, quizás, sea el ejemplo más reciente de esto. No se pretende en estas líneas destripar la línea argumental de la película pero básicamente mezcla dos aspectos que tienen mucho que ver con la historia: una película sobre el descubrimiento de América rodada en medio de la conocida como "guerra del agua de Cochabamba" del año 2000. El paralelismo es sencillo pues en ambos conflictos hay una parte débil que constituye la gran masa social enfrentada a una parte poderosa, el imperio, en un principio representado por la monarquía hispánica y al final por el capitalismo.



Es posible que no sea una película históricamente perfecta. Los saltos narrativos que hay en el contexto de la colonización donde se contrapone la figura de Cristobal Colón con la de los dominicos Antonio de Montesinos y Bartolomé de las Casas. Pero es precisamente el primer punto en el que tiene más valor mostrando un punto novedoso. Por primera vez, Cristóbal Colón aparece humanizado y es retratado como un ser humano cuyo interés desmedido sólo era comparable a la suerte que tuvo su descubrimiento. Colón es una figura que, a lo largo de la historia del cine, ha sido mostrada como un mesías del Nuevo Mundo. La lectura positiva que se ha hecho del personaje contrasta claramente con un hombre de la época. Era, cabe decirlo, un magnífico manipulador con grandes dotes de mando sobre un navío, con la habilidad suficiente como para que los reyes de Castilla y Aragón aceptasen firmar unas capitulaciones tremendamente beneficiosas para su persona. Sin embargo, en el momento en el que el personaje toma tierra se convierte en un líder de dudoso poder que es incapaz de gestionar las luchas internas entre los nobles castellanos y el problema del trato al indio. 

Este último punto es el que toca película. Si hasta ahora hemos visto un Colón que, por todos los medios, intentará mediar para trabajar en una progresiva evangelización con aprovechamiento de la mano de obra barata del indígena, la película contrasta por los medios de fuerza que utilizaron en La Española los primeros colonizadores ibéricos, incluído el propio Colón. Como muestra de ello está la primera carta mandada a los reyes donde se prometen grandes cantidades de oro, algodón, especias y esclavos. Esto lo puede comprobar cualquiera y está escrito de manos de Colón. ¿No nos habían vendido que Colón rechazaba este tipo de prácticas y abogaba por respetar a los nativos? La realidad es cruda pues el descubrimiento de América es un fenómeno que traerá consigo el comienzo de una larga guerra, aun no terminada, entre la débil masa indígena y el poder.

La aniquilación del pueblo taíno no fue por culpa de los españoles llegados a América, pues se debió fundamentalmente a los brotes de enfermedades como la viruela que asolaron Centroamérica en el siglo XVI. Lo cierto es que, la tiranía del colonizador contribuyó a menguar aun más la población y les obligó a migraciones a tierras menos fructíferas. Esta es una realidad que, en ocasiones, se ha exagerado. Desde Colón se abusó de los nativos pero no se masacraron. Habría que ver, y aquí quizás la película sea exagerada, hasta que punto se hicieron algunas de las carnicerías que se organizaron con objetivo de llevar la fe católica a los rincones americanos y a la conquista, ya no del territorio, sino del cuerpo jurídico que representa el indígena.

El discurso, y ya se ha comentado, se contrapone al de los dominicos, que vienen a ser la voz crítica que provoca que cesen estas masacres. Si Montesinos fue el primero en alzar la voz frente a los abusos contra los indios, De las Casas vendría a hacer un trabajo mucho más profundo y llegaría a reunirse con Carlos V para convencerle de lo poco cristiano que resultaba abusar de unos gentiles que apenas podían imaginarse como había sido la vida de Cristo. Aquí habría que convenir De las Casas es un personaje contradictorio que en sus primeros escritos es ferviente defensor de la monarquía hispánica y se va volcando en la defensa del indígena. Se ha sobrevalorado su importancia en el campo del derecho y algunas de las atribuciones que hace la película bien habrían que dárselas a Francisco de Vitoria, defensor de que el indio debe poseer derechos naturales inalienables a todo hombre. Es el discurso de este dominico, ignorado en la película, el que cambiará el destino de la colonización española, menos volcada a partir de entonces en la conquista por la conquista. Para entonces, tanto Pizarro como Cortés ya habían aniquilado los dos grandes imperios americanos. Y, a partir de este momento, se puede decir que hay ciertas diferencias con respecto al tema del esclavismo entre Portugal y España, a pesar de que llegan a formar parte de la misma corona.

Toda imposición lleva sangre y sangre es lo que nos muestra esta película. No es una obra de arte perfecta, pero es una forma más realista de acercarnos a un hito en nuestra historia. Como hito es que, mientras esto está siendo escrito, las grandes compañías idean de nuevas formas cómo poder beneficiarse más de todos nosotros como consumidores y sacarnos los ojos. Esto también lo cuenta la película, aunque a ojos de indígenas. No somos tan diferentes a ellos.

Luis Aranda

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